Verás.
Antes de hablar de ella, te voy a hablar de él.
El otro día me contactó un muchacho que quería empezar a entrenar porque, contando 27 primaveras, empieza a ver los perjuicios del sedentarismo y los malos hábitos.
A este muchacho, por lo que sea, los 40€ de mi asesoramiento le parecían caros.
No le juzgo, está en su derecho. Otro día hablaremos sobre por qué 40€ mensuales (10€ a la semana, por si no quieres echar la cuenta) para que alguien te asesore en tu entrenamiento o tu alimentación parece mucho y los 60€ de un pollo mal cortao’, para algunos, es moco de pavo.
Sí, es una comparación exagerada.
Podría haber dicho los 42,04€ al mes durante 24 meses para comprar el nuevo dispositivo móvil del pero mordío. O unas zapatillas de 80-100€.
No, no digo que este muchacho se gaste el dinero en mandanga. Ni que tenga un móvil de ese tipo. Lo de las zapatillas… Quién sabe.
Aclarado esto, vamos al meollo de la cuestión.
En su intento de regateo, que no fructificó, me vi tentado, no sé por qué, a contarle los buenos resultados que otras personas han obtenido con mis asesorías.
PERO.
(Ahora viene lo “bueno”)
También, en un acto de sinceridad total, le conté la vez que fracasé, que no pude, que tuve un gatillazo profesional.
Resulta que una muchacha, hace bastantes meses, quería que le asesorase para perder algo de peso de cara a las pruebas físicas de una oposición.
Tras hacerle las valoraciones oportunas, le dije que lo ideal para ella era ir poco a poco cambiando sus hábitos. Sobre todo porque tenía bastantes problemas de alergias e intolerancias. Pero le entraron las prisas y quiso algo más rápido, que a otra persona, de otro sexo, con otras circunstancias, le había funcionado de maravilla.
Sirva como disculpa que intenté convencerla y le avisé de los perjuicios que podía ocasionarle un cambio tan radical, pero a veces, cuando empiezas, quieres complacer a todo el mundo, y acabé cediendo.
Ese fue mi error. Lo admito.
¿Por qué? Pues, básicamente, porque no hay nada que esconder. Con esta muchacha no fue bien; tuvo diarreas, vómitos… y, por presión familiar y del médico, acabó aparcando el cuidar su alimentación hasta que las pruebas médicas le dijesen qué tenía.
La parte buena de todo esto es que, al menos, le sirvió para descubrir que algo dentro de ella no iba bien.
Y a mí me sirvió para saber cómo quiero trabajar y poner un filtro ante potenciales pacientes; aquellos que no me digan cómo hacer mi trabajo.
Conozco los principios (algo básico aunque no esté muy de moda) y tengo la capacidad para saber qué método aplicar (para esto es básico conocer los principios).
Esto es lo que vale 40€.
Otro día, en otro correo, os cuento alguno de los casos que no salieron rana, por si tenéis alguna duda.
Ahora,
Si ese precio te parece mucho, tienes unas cuantas opciones:
Entrenas aleatoriamente con algún vídeo de YouTube.
Busca, compara y si encuentras algo mejor, cómpralo.
Te formas e inviertes tu tiempo y mucho más dinero en aprender esos principios y métodos de los que te hablo.
Por otro lado, si crees que el precio es justo y necesario, puedes mandar un correo a aquí y hacer las cosas bien.
Porque al final esto es como to’.
PD: al final el móvil te sale por 1009€.
PD2: el día menos pensado subo el precio.
Última PD: lo de ese médico pensando que lo mejor era volver a los hábitos “normales” de comer harinas refinadas y beber alcohol, ya lo hablamos en otro momento.