De Simulacros, F.Lux y Baader-Meinhof.
Decía el Tío Ben que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
Y aunque cada vez dudo más sobre si escribir estos correos es un poder o una responsabilidad, lo cortés no quita lo valiente.
Así que me veo en la obligación moral de descubrir contigo, astuto lector, cada cosa nueva que se cruza en mi camino.
Porque como decía Lírico, escrito bajo larga tilde:
Siempre encuentras algo entre la mierda
Que no tiene desperdicio.
Así que asómate, co, a este precipicio llamado Simulacro.
Es un formato que, honestamente, desconocía hasta hace unos días que descubrí esta serie-podcast.
Podyicasti que dirían en Brasil.
Y tú dirás… ¿qué hostias tiene esto que ver con la salud, maestro?
Pues que puedes ver una serie por la noche sin que la luz azul te joda la vida y los ritmos circadianos.
Que son lo mismo.
Además, si te descargas los episodios y luego la escuchas en modo avión te quitas de toda la mierda de campos electromagnéticos artificiales.
Que a ver… sigues rodeado de ellos la mayoría del día.
Pero más vale media mierda que mierda entera.
¿No?
Pues eso.
Y… bueno.
Como a pesar de ser un buen pedagogo, porque ya me lo han confirmado, puede ser que tenga menos credibilidad que Pedro Sánchez.
También puede ser que optes por seguir viendo series a horas que no deberías.
En ese caso, te recomiendo, para tu ordenador, F.Lux.
Lo instalas en tu pc.
Lo configuras según el desfase horario de tu localización con Fuente del Maestre, la gran metrópoli,
Y ale, a disfrutar sin joderte la vista.
De nada.
Para terminar, una curiosidad.
¿Sabes eso de que nunca reparado en algo, te percatas y, de repente, lo ves por todos lados?
Puede ser una palabra.
Una canción.
Una persona.
Famosa o no, eso da igual.
Marcas.
La lista es interminable, monada.
Pues tiene un nombre,
Bueno tres.
Ya sabes, ni uno, ni dos…
Puedes conocerla como:
Sesgo de frecuencia.
Ilusión de frecuencia.
Hasta ahí nos sigue hasta Moderna de Pueblo.
Y también es conocido como: Efecto Baader-Meinhof.
Es un sesgo de lo más interesante y ocurre porque tu cerebro está más atento a esa información, y la filtra como más relevante entre todo lo que percibes a diario.
¿Por qué?
Pues desde una perspectiva evolutiva, que es como deberíamos intentar entender(-nos) todo puede ser un buen mecanismo de supervivencia.
Por ejemplo.
Un miembro de la tribu se come unos frutos que ha encontrado en un arbusto.
Muere.
Oooohhh.
A partir de entonces, tu cerebro va a estar mucho más atento para reconocer ese fruto en cuanto vuelva a verlo.
O… si en vez de con frutas lo prefieres como ejemplo huellas de un depredador, también valdría.
Por supuesto.
Otro factor a tener en cuenta es que nuestro cerebro es más perro que un majano.
Y prefiere optimizar recursos prestando atención a lo que considera realmente importante.
Si has aprendido algo nuevo ha sido porque tu cerebro ha hecho ese esfuerzo.
Y ya que se ha tomado la molestia, qué menos que lo considere importante.
¿No?
Por último, ayuda a reconocer patrones.
Algo que a los seres humanos nos encanta.
En especial a mi amiga la gallega.
Una máquina de eso.
(Tengo los reels pendientes, por cierto, pero ya sabes que los veré todos)
Cuando conoces patrones tienes ventaja, porque te permite anticiparte a problemas o identificar oportunidades.
Cuestiones vitales en nuestro entorno natural.
Esto daría pie perfectamente a hablar de correlación y causalidad…
Pero ya si eso otro día, que se me quejan de que los correos son muy largos.
Por cierto, a partir de ahora es bastante probable que te ocurra con cualquiera de las cosas que hemos hablado en este correo.
Como el nombre de Baader-Meinhof.
Los ritmos circadianos.
El pepino de serie-podcast que te he recomendado.
O alguna aplicación que te haga más fácil la vida.
De nuevo.
De nada.
Porque al final esto es como to’…